El tráfico de cajetillas se dispara en los últimos cuatro años
Las ventas en estancos se hunden hasta un 6,18%
En Marinaleda es más fácil encontrar tabaco de contrabando que de circulación legal. En el pueblo probablemente más atípico (por decir algo) de Andalucía, sólo hay un estanco, pero hay infinitos puntos de ventas de cajetillas pirata. Incluyendo sedes institucionales.
Lo que sucede en el municipio que gobierna Juan Manuel Sánchez Gordillo es difícilmente trasladable a otras localidades, pero no una excepción. En toda Sevilla, el contrabando de tabaco se ha disparado, hasta el punto de que la provincia es, de acuerdo con la Unión de Estanqueros, la más afectada por un fenómeno que parecía erradicado y que en los últimos cuatro años, coincidiendo precisamente con la crisis económica, ha rebrotado con una fuerza extraordinaria.
No sólo en la provincia, sino también en la capital, el tabaco ilegal, el que no está sometido a controles oficiales ni paga impuestos, está al alcance de cualquiera y casi en cualquier sitio. Desde el barrio de la Candelaria a las Tres Mil Viviendas, en Bellavista o en pleno centro histórico, en calles como Jesús del Gran Poder o Conde de Barajas. En casas particulares y en tiendas de conveniencia fundamentalmente, las cajetillas pirata se venden por un precio sensiblemente inferior al de un estanco.
Al principio de este boom contrabandista, era relativamente frecuente ver en los pueblos a hombres con mochila a la espalda o a señores con carros de la compra que ejercían de vendedores ambulantes de este tabaco. Ahora es más usual que las transacciones se hagan bajo techo o directamente a domicilio.
Marcas como Ducal o American Legend están en el top ten del tabaco de contrabando más vendido. Una cajetilla de Ducal, por poner un ejemplo, puede adquirirse en el estanco por cuatro euros y de estraperlo por un euro menos, aunque los precios en el mercado negro varían en función de la oferta y la demanda.
De todo esto saben, y mucho, los estanqueros sevillanos, que han notado en sus bolsillos el auge del contrabando hasta el punto de que un buen puñado de ellos apenas subsiste en unos negocios antaño bastante rentables.
A través de la Asociación de Estanqueros de Sevilla, interponen entre cinco y seis denuncias por venta ilegal de tabaco a la semana. Hace cuatro años, recuerda la asesora jurídica de la organización, Rebeca Lozano, no se interponía ni una sola.
No es para menos, ya que las cifras dejan ver claramente el mazazo que ha significado para el sector la nueva época de esplendor del estraperlo.
Según las estadísticas publicadas por la Unión de Estanqueros, hasta agosto de este año la venta de cajetillas de tabaco se había desplomado en la provincia de Sevilla un 6,18%, una caída que no tiene parangón en todo el resto de la geografía nacional. En Andalucía, el descenso en este período ha sido del 2,9% y en Madrid de un 2,59%, muy lejos de las cifras registradas en la provincia sevillana en estos primeros ocho meses del año.
En facturación los datos no son mejores. En la misma línea, los ingresos de los estanqueros han disminuido con respecto a 2013 en un 4,03% hasta los 207 millones de euros, de nuevo el descenso más acusado de todo el país.
Éstos son los fríos datos, pero detrás de ellos se esconden realidades durísimas de empresarios de estancos que han visto mermadas sus ventas hasta en un 60%. Hay casos, cuentan desde la Asociación de Estanqueros, en los que no pueden ni pagar el alquiler de sus locales por el descenso de sus ingresos a cuenta del contrabando.
El tabaco que se vende en el mercado negro llega hasta Sevilla procedente, principalmente, de Canarias y de Gibraltar a través del puerto o por carretera desde Cádiz. Igualmente, el aeropuerto constituye otra de las vías de acceso a la provincia de las cajetillas pirata.
A grandes rasgos, el tráfico de tabaco ilegal es muy similar al de sustancias estupefacientes. Cuentan los especialistas que las organizaciones que lo controlan tienen las mismas características, la misma estructura jerarquizada y el mismo modo de funcionamiento.
Tal es la asimilación, que muchas de las organizaciones dedicadas al narcotráfico en Sevilla controlan igualmente el contrabando de tabaco, un negocio que ha pasado a ser muy rentable de un tiempo a esta parte.
Las fuerzas de seguridad han incrementado al mismo tiempo sus esfuerzos en la lucha contra este tráfico ilegal. La Guardia Civil, la Policía Nacional, policías locales y funcionarios de Aduanas han protagonizado en estos últimos años importantes operaciones que se han saldado con notables alijos. Como el operativo que este mes de octubre llevó a cabo la Agencia Tributaria, que se incautó de 172.000 cajetillas de tabaco pirata. Aunque sigue siendo muy fácil comprar una cajetilla ilegal en Marinaleda.
Las claves del estraperlo
- De la venta ambulante al domicilio. El contrabando de tabaco no ha parado de crecer en los últimos años y ha pasado de practicarse en la calle a ‘especializarse’ y alcanzar incluso el servicio de venta a domicilio.
- La dificultad legal. El hecho de que se almacene en buena medida en viviendas particulares supone un gran obstáculo para la lucha policial, ya que es difícil obtener órdenes de registro para acceder a domicilios privados.
- Los límites del delito. La última reforma legal tampoco ha facilitado el pulso al estraperlo. Poseer hasta 15.000 euros en tabaco de contrabando no es delito, sólo supone una sanción. Y la mayoría de los contrabandistas se declara insolvente.
http://www.elmundo.es/andalucia/2014/11/16/546883d7268e3edd3f8b4578.html